SOCIEDAD
Fantasías envasadas
Una ficción –de las ganadoras del concurso Ficción
para todos – financiada por el Incaa pone semana a semana en la pantalla
de Telefe el absurdo de convertir a un donante de semen en un padre de
144 “hijos” a los que sale a buscar con la primera de los productos de
su donación, que llegó a él robando datos. Se trata de una ficción, está
claro desde el principio, pero no puede soslayarse que los supuestos de
esta ficción se basan en prejuicios, miedos y una concepción de familia
que atrasa al menos diez años. ¿Cómo la verán las familias, los padres,
las madres, los hijos y las hijas que se convirtieron en tales porque
alguien que no quería paternar o maternar donó su material genético?
¿Hay espacio para seguir pensando que alguien que deja sus fluidos en un
envase sólo por eso puede ser llamado padre?
Por Flor Monfort
“Ella
está buscando un padre, no un amigo”, le dice Raúl (Rafael Ferro) a su
amigo Bruno (Carlos Belloso) en la ficción, El donante –martes a las
22.15 por Telefé–. Se lo dice porque él está desesperado, quiere sacarse
de la cabeza a esa chica de ojos azules y nariz rara (parecida a la
suya, ¡oh!) que lo increpó en el bar de Puerto Madero del que es habitué
con la frase menos pensada: “Soy tu hija”. Bruno la rechaza, “yo no
tengo hijos”, le dice con coherencia, pero enseguida empieza a escuchar
el eco de estas palabras mágicas como un mantra del infierno. De ella y
de las decenas de hijos e hijas que hicieron del semen que donó a los
veintipico personas de carne y hueso, tal vez mujeres con las que
querría acostarse, varones a los que maltrataría como empleados, bebés
que lloran a la medianoche. Y lo larga al viento de Figueroa Alcorta
cuando Violeta le dice la cantidad exacta “¿144 hijos?”.
Sí, dice hijos. Y dice 144 (no 20 por ejemplo, lo que alcanzaría para la trama).
El donante está producida por Cuatro Cabezas, que fuera más conocida
como factoría marca Pergolini creadora de CQC y su formato exportador,
merced a un premio aportado por el Incaa en su concurso Ficción para
todos, de la que fue ganadora en 2011. Son trece capítulos (recién se
emitieron tres) que en clave de comedia y con chiste virtual incluido
(una intervención animada que permite a los personajes dibujar en el
aire o aportar un dato que no puede ser dicho de manera oral) cuenta las
aventuras de Violeta (María Alché), una chica de 22 años que decide
rastrear al donante que habilitó a su madre, Carolina (María Carámbula),
a inseminarse y convertir en realidad su voluntad de ser madre soltera
(a quien su propia hija tilda de “rara” por tomar esa decisión, en un
anacronismo ridículo). Violeta quiere saber quién es su “papá”, y lo
consigue en tiempo record a través de los datos de la clínica, un método
de seducción asombrosamente efectivo y veloz que la deja acceder a los
registros computarizados y conocer el nombre y apellido que está
buscando. Ante él se presenta y le escupe la verdad que tiene en la
garganta. Y no sólo descubre que el ingeniero Bruno Sartori es su
“padre”, sino que el semen que le permitió a ella ser la persona que es
lo hizo también con 143 más, hecho que los pondrá juntos en la carrera
por conocer las historias de cada uno de estos chicos, chicas y hasta
bebés (como bien imagina el protagonista) desperdigados por la ciudad y
el mundo.
Basta con poner algunas de las gruesas ideas de El donante bajo la
lupa para entender por qué algunas organizaciones pusieron el grito en
el cielo con esta fanfarria de la hija que busca al “padre”. Si una
ficción como Vidas robadas puso en la mira la trata de mujeres con fines
de explotación sexual y sirvió para hacer de esa expresión una consigna
asociada al nombre de Susana Trimarco y con ella a los miles de
familias que buscan a sus hijas, esposas y madres desaparecidas, es
difícil quitarle magnitud al hecho de que otro programa de ficción
contribuya a hacer circular ideas erróneas sobre la identidad, el origen
y los vínculos construidos a través de la reproducción asistida. Pero
¿qué es lo que mueve a un grupo de guionistas, “cabezas” de una
productora con trayectoria, a imaginar que la verdad sobre una persona
se construye a través de un encontronazo con quien no quiso traerla al
mundo? Hay más de un prejuicio y muchas fantasías dando vueltas en
relación con conceptos tan complejos como la identidad y el origen,
conceptos que entran a tallar en vidas ajenas y de los que muy fácil se
pueden sacar conclusiones, pero que lleva años digerir cuando se
escuchan con nombre propio. Basta con recordar los relatos que hacen de
la sustracción de bebés en la dictadura una trama difícil de reconstruir
y no siempre con los mismos resultados: están quienes se reencontraron
con su historia, su nombre verdadero, un pasado donde sus vidas fueron
pensadas y deseadas y quienes tardan años en procesar la información y
prefirieron hacer como si no existiera. Y se trata de personas que
fueron sustraídas de sus familias, no de personas cuyo material genético
fue donado a cambio de una pequeña suma de dinero y que no formaron
parte del proyecto de quienes ayudaron a que vengan al mundo.
SER O NO SER, HE AHI EL PROBLEMA
El tema de
la paternidad aparece como una especie de obviedad innecesaria desde el
minuto cero. El protagonista le pide al mozo que lo atiende siempre que
le cuente sobre sus nietos, la hija del matrimonio amigo reclama su
presencia porque lo adora y sus guiños cancheros con la nena nos hacen
sospechar de lo buen padre que sería, hasta que aparece Violeta y lo
descoloca, pero tarda un solo día en llamarla: finge otra voz pero tan
mal que logra que la chica se dé cuenta de que es él y que, claro, se
pueden ver cuanto antes. Julieta Shama, jefa del departamento creativo
de Cuatro Cabezas, defiende el programa. “Nos asesoramos mucho, pero
esto es una ficción, no estamos intentando levantar una bandera de nada;
de hecho en la Argentina esto no podría pasar porque la donación es
anónima, hay un registro de donantes por el tema de las enfermedades,
pero esto no está legislado. Nos basamos más en lo que pasa afuera del
país, como en Inglaterra, donde algunos chicos y chicas que hoy tienen
20 años se preguntan por sus vínculos biológicos. Para nosotros es
difícil pararnos desde un lugar solemne y bajar línea, por eso hicimos
una comedia. Es la serie más original que hubo en la Argentina en los
últimos 15 años en cuanto a tratar una temática que no tiene que ver con
el costumbrismo, es una ficción al mil por mil, es casi una ciencia
ficción...”, dice y cree que el programa puede sumar al debate y ayudar a
que el tema se ponga en foco. Sobre la confusión que puede generar el
mezclar conceptos o tratarlos con liviandad, explica: “Todos empezaron a
hablar antes de verlo. Salieron notas de asociaciones quejándose, pero a
nosotros no nos llegó nada puntual. En un momento Bruno dice ‘yo firmé
la confidencialidad’ y Eva le contesta ‘me robaron’, con lo cual queda
clarísimo que lo que pasó está fuera de la ley. Nosotros necesitábamos
para contar la historia una chica que está desesperada por conocer a su
donante, y decimos todo el tiempo que no es el padre, debe estar dicho
cinco veces por episodio. El aclara ‘padre es otra cosa’ o en otro
momento le dicen que él en el fondo quería tener un hijo y él dice ‘yo
quería llevarlo al colegio, cambiarle los pañales’. La serie busca
hablar de que hoy en día tanto a partir de las donaciones como de las
adopciones o del matrimonio igualitario hay miles de maneras de hacer
familia”.
Sin embargo, Estela Chardón, presidenta de Concebir y madre de Iara
(quien dio su testimonio para este suplemento el año pasado. Ella fue
concebida gracias a la donación de óvulos y conoce a su donante, a pesar
de que el diario La Nación publicó erróneamente que “buscaba a su madre
biológica” hace tres semanas y tuvo que retirar la noticia de su página
web) mandó junto a Samer (Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva)
un pedido a la productora para que al final de la serie aparezca una
placa con datos certeros sobre dónde acudir en caso de dudas reales.
UN DONANTE NO ES UN PADRE
Resulta extraño
que el Estado haya financiado una historia que propone estereotipos de
familia que se contradicen con políticas concretas que este gobierno se
ha dedicado a poner en la agenda legislativa. Basta con analizar el
anteproyecto de reforma del Código Civil para encontrar allí un concepto
que pone en jaque los cimientos de esta historia, la voluntad
procreacional, que indica que los lazos familiares pueden estar
constituidos no solamente como se entendía antes, es decir,
biológicamente o por adopción, sino por la voluntad de conformar una
familia sin la necesidad de que los datos genéticos de quienes conforman
esa familia estén presentes en la descendencia. El artículo 561
establece que “los hijos nacidos de una mujer por las técnicas de
reproducción humana asistida son también hijos del hombre o de la mujer
que ha prestado su consentimiento previo, informado y libre en los
términos del artículo anterior, debidamente inscripto en el Registro del
Estado Civil y Capacidad de las Personas, con independencia de quién
haya aportado los gametos”. Una figura nueva que se abre como un
paraguas para cobijar a los hijos e hijas producto de estas técnicas en
un país que ya tiene dos años de ley de matrimonio igualitario.
La voluntad procreacional define al donante como la persona que dona
su material genético para que otros sean padres, de manera que la
cuestión de la alteridad es clave para entender por qué el donante no es
un padre. No por nada se firma un consentimiento informado de ambas
partes en donde el donante reniega de su responsabilidad paternal por un
lado, y las familias asumen la responsabilidad de criar a ese hijo o
hija por otro. El donante además está donando gametos, no una persona,
lo cual amplifica una cuestión largamente discutida en los debates sobre
el aborto y genera una confusión plus sobre el estadio de persona, que
de ninguna manera tiene una muestra de esperma. Y por último, el donante
es donante porque no es padre. Su definición per se es que dona
justamente para que otros se conviertan en lo que él no es (por
definición, si después en la vida real es padre lo será de sus hijos
deseados). Si el donante quiere ser padre no es donante. “Si un
compañero de trabajo necesita una transfusión y vos le donás sangre, él
después no te plantea que vayan a vivir juntos porque vos le donaste tu
sangre. Este tipo de planteos no se hace en otro tipo de donaciones:
tiene que ver con preservar los lugares de cada uno porque estas
estructuras funcionan cuando cada uno está en su lugar”, dice Andrea
Majul, integrante de 100 % Diversidad y Derechos, casada con Silvina
Maddaleno, con quien tienen trillizos gracias a una técnica de
reproducción asistida. Y aporta de dónde proviene la bruma: “La
construcción biologicista de la familia es muy fuerte y tiende a
confundir origen genético con identidad e identidad con verdad”. Para la
Dra. Vanesa Rawe, bióloga de la UBA y directora del banco de semen
Reprobank, El donante reúne varios de los mitos y creencias falsas que
rodean la donación de gametos, de semen en particular. “Nos llegaron
cientos de mails y de mensajes de Facebook. La visión de nuestro banco
ha puesto el foco en actualizar la mirada social sobre lo que significa
la familia, desestigmatizar los vínculos familiares que no tienen origen
biológico, apoyar la planificación familiar a conciencia y desmitificar
nociones conservadoras. Esto implicaría quitarle peso a la visión
biologicista, y por el contrario, darle protagonismo al deseo de crear
un grupo de apoyo y vínculos afectivos. Dentro de este marco creo que
podemos hablar de las diferentes maneras de armar una familia, del rol
que juega la ciencia para ayudar en el proceso y de la necesidad de
personas solidarias que donen células para que otras personas puedan
realizar su proyecto” y ejemplifica algunos de los mitos que se
presentaron como reales en el programa:
“Un donante puede llegar a tener 144 hijos”
Además de no ser “hijos” por no existir relación filial, en caso de
ocurrir tan espeluznante ficción, sería exclusivamente resultado de la
mala praxis de un banco y/o de sus profesionales.
“La persona nacida del donante puede reclamar paternidad”
Tanto donantes como receptoras firman documentos que los eximen de
cualquier tipo de filiación de la persona que podría nacer (ej.: no le
pertenece ningún tipo de herencia o manutención y el donante no tiene
ninguna obligación a establecer una filiación con esa persona).
“Las personas nacidas de donantes corren peligro de encontrarse, enamorarse y procrear, por eso no se debe donar”
En base a la proporción poblacional respetada por la Organización
Mundial de la Salud y guías internacionales aceptadas para el manejo de
bancos de semen, un donante puede generar 15 embarazos cada 2 millones
de personas (aproximadamente el número de población estable en Capital
Federal). Las probabilidades de que las 15 personas se encuentren es del
0,00075 por ciento. En ese remoto caso, e imaginando que dos de esas
personas procreen, el único supuesto riesgo es la aparición de
enfermedades consanguíneas, muy poco frecuentes, que se dan sólo luego
de varias generaciones consecutivas de consanguinidad.
“Los datos de un banco son de fácil acceso con técnicas de ‘hackeo’. Cualquier informático podría acceder al sistema del banco”
Los bancos que respetan los reglamentos internacionales para la
custodia de datos los manejan desde un programa especialmente diseñado.
La información de donantes y receptoras está exenta de hackeos, ya que
se encuentra contenida en servidores propios sin acceso de ingreso o
egreso a Internet.
LA FAMILIA DIVERSA
Una pareja heterosexual
recurre a una donación de semen. En el momento en el cual nace el hijo,
el padre puede anotar a ese hijo como propio. La ley en ningún momento
le pregunta ni le preguntará si es el padre biológico. En ese sentido
queda claro que la voluntad de paternar o de maternar es mucho más
fuerte que el origen biológico, y esta disposición proviene del Código
Civil tal y como está redactado desde 1891. Ahora bien, en el caso de
las parejas del mismo sexo, no se permite anotar a los chicos: tenés que
estar casado legalmente y es más complejo que un simple trámite. Hoy la
única manera de reconocer hijos en parejas del mismo sexo es con
matrimonio legal de por medio y habiendo tenido el hijo o la hija
después de la sanción de la ley, porque si son hijos preexistentes, como
en el caso de Maddaleno y Majul, la ley no las ampara. La decisión de
ellas fue no judicializar, otras organizaciones sí presentaron amparos
donde el camino incluye evaluaciones y asistentes sociales. Majul dice
que no le va a probar a nadie que sus hijos son sus hijos. La adopción
es otra alternativa, pero también tiene consecuencias ridículas: la más
obvia es el hecho de adoptar a hijos que ya son propios, pero además los
derechos no son los mismos, porque la adopción simple recorta el
vínculo en el adoptante, de manera que la madre no es abuela de los
chicos, la hermana no es la tía, etc. Por eso es que ellas trabajan en
varias estrategias para llenar el vacío legal que existe si, por
ejemplo, la madre biológica (Silvina) de los trillizos se va de viaje y
uno de los chicos cae enfermo: Majul no tiene derecho legal a ver a su
propio hijo internado. No se puede pedir días en el trabajo, no puede
darles la obra social ni puede buscarlos en el jardín sin que su esposa
la autorice mediante una nota firmada a principio de año. “En el
anteproyecto también se está trabajando en la cláusula de retroactividad
para evitar la necesidad del casamiento, pero es importante visibilizar
que hay al menos 500 familias que están en esta situación y que todavía
no está resuelta”, dice Majul.
LA POSIBILIDAD DE UNA LEY
Hay firmes
posibilidades de que este año se debata una ley nacional de reproducción
asistida, que se viene discutiendo en el Congreso y en las diferentes
comisiones desde hace años y que ya tiene un antecedente en la provincia
de Buenos Aires, en un contexto sumamente restrictivo (pone en los 35
años el tope de edad para solicitar la cobertura de las técnicas, sólo
habilita a parejas heterosexuales casadas legalmente) pero es un
antecedente y un espejo donde mirar lo que sería mejor evitar en una ley
nacional. Hay varios proyectos, pero el cambio de legisladores del año
pasado volvió la cuestión a una suerte de fojas cero donde los debates
van a volver a darse, pero uno de los puntos más delicados se refiere a
la identidad del donante. Para Maddaleno cada familia mantiene, oculta o
hace lo que quiere: “Nosotras no podemos ocultar mucho, está claro que
nuestros hijos nos van a preguntar en el futuro, por eso estamos de
acuerdo en que todos los chicos tengan derecho a conocer su origen,
cuando los nuestros pregunten se les dirá que su origen es una técnica
de reproducción asistida. Determinado malestar que puede llegar a surgir
de chicos nacidos de reproducción asistida puede surgir de que en algún
momento no se les plantearon las cosas claramente. Nuestros hijos no
preguntan por el donante, tienen 4 años, pero preguntan por qué algunos
tienen papá y mamá si ellos tienen dos mamás, pero cuando pregunten
serán informados, lo que no quiere decir que tengan que saber un nombre o
apellido o le tengan que tocar el timbre a nadie”. Para Chardón, en
cambio, la identidad es un derecho fundamental del hijo por nacer que
debe estar en la redacción de la ley. “Es algo que está pasando en todo
el mundo y me extraña que en un país como la Argentina, con un pasado
tan fuerte en cuanto a identidad se refiere, y más en la gestión de este
gobierno, no quiera garantizar este derecho básico y fundamental. Estoy
totalmente de acuerdo con la voluntad procreacional, de hecho cuando
los chicos conocen a sus donantes no pasa nada, es una fantasía ridícula
la que fomenta el programa, pero creo que es una información que debe
estar disponible a partir de los 18 años.” Para Majdalani una cosa es
que los hijos nacidos por reproducción asistida conozcan su origen
genético, otra cosa es que no exista más el anonimato. La situación del
donante, la naturaleza del donante, es la de no establecer un vínculo
con la persona que podría llegar a ser creada a través de la donación.
“Me molesta que se relacione el origen genético con la identidad, la
identidad es algo muchísimo más amplio que no se da sólo desde lo biológico,
es una construcción social y cultural que involucra millones de
cuestiones. Teniendo en cuenta que no son sectores fundamentalistas de
la Iglesia los que hacen tanto hincapié en este punto, que lo relacionen
con los hijos robados en la dictadura me parece aberrante. La donación
contribuye a tu origen genético pero no a tu identidad, y emparentarlo
con delitos de lesa humanidad es una locura. Uno es un acto volitivo y
el otro es un crimen”, completa Majul.
La ley es necesaria para proteger a quien dona, sea varón o mujer,
pero además apunta a considerar el asunto como un derecho sexual y
reproductivo que debe ser incluido en el PMO sin necesidad de ser
tratado como una enfermedad, como apunta el proyecto de Marcela
Rodríguez, diputada de Democracia Igualitaria y Participativa, al tiempo
que incluye a las parejas del mismo sexo y a las mujeres solas. Pero el
que obtuvo el dictamen de mayoría a fin del año pasado fue el de Silvia
Majdalani, diputada del PRO, que establecía restricciones para esos
mismos casos y solicitaba la apertura de los datos del donante. Qué será
de esa ley y de este debate es algo por definirse este año.
Mientras tanto, El donante deja pocas preguntas y un clima tibio en
relación, por ejemplo, con las ideas, venidas y pesadas discusiones que
hubo en relación con el matrimonio igualitario, la muerte digna o la Ley
de Identidad de Género.
“Una persona puede tener novio o novia y si todavía no lo saben es
porque no se lo explicaron”, dijo con naturalidad Santiago, hijo de la
pareja consultada para esta nota, en el medio de su sala de jardín. La
maestra le contó a las mamás que desató una explosión generalizada en el
aula. Si la diversidad se instala en los jardines de infantes y es
capaz de mover los lápices y cartulinas del centro para que los chicos
se agiten y piensen, ¿por qué una ficción pensada por gente grande y
preparada no puede, cuanto menos, moverle la pequeña estantería a
alguien? Por ahora, El donante no lo logra y todavía faltan 10 capítulos
de lugares comunes.
ANDREA MAJUL Y SILVINA MADDALENO CON JAZMIN, SANTIAGO Y ABRIL CUANDO LOS TRILLIZOS TENIAN UN AÑO
Junio es el mes internacional del cuidado de la
fertilidad. La Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva ofrece
consultas gratuitas en la especialidad.
Centros acreditados en todo el país: www.samer.org.ar
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5 comentarios:
la nota es excelente
Me parece que es sólo un programa de tv y plantea una situación ridícula. Si planteara la realidad podría ser un documental, no una comedia. No me parece necesario poner bajo la lupa todos los programas de ficción, sino nos limitaremos a, como digo, ver documentales. No me gusta ningún producto de tv argentina, pero si te ponés a ver la tele yankee te vas a encontrar con otros "lugares comunes" simplemente por el hecho de hacer reír.
Fuera de lo cual, celebro que la ciencia permita las posibilidades reproductivas de todos quienes lo deseen, o casi, ya que algunos por limitaciones físicas nunca logran ser padres. Falta legislar.
siempre que hablan lo hacen con un estilo fuera de serie. Gracias chicas por representarnos a quienes no podemos o no tenemos esa capacidad de expresarnos tan bien como ustedes. UN abrazo gigante. Ross
Excelente nota y ustedes unas diosas como siempre. Impecables, con los conceptos claros. Gracias chicas por este trabajo hormiga que hacen dia a dìa! Saluds desde CORDOBA
Qué interesante, como el resto de las entradas que publicáis sobre formas de crear una familia. Me gusta mucho la idea de "voluntad procreacional", y también lo claro que se dejan las diferencias entre un donante y un padre. Prácticamente se excluyen como conceptos, a pesar de que puedan cohabitar en la misma persona...
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